martes, 13 de abril de 2010

EGO



Habito hábilmente mi propio movimiento;
Mi terrible montaña rusa policromada.
Esta infinita melena sucia y despeinada;
Sobre la que ya surfeo sin miedo ni lamento

Será que aprendí bien, aprovechando el momento
consumiendo sentimientos hasta la nada
porque lágrimas y sonrisas enquistadas
acaban derivando en un cáncer del aliento

Es la mejor solución contra el desasosiego;
Besar y abrazar hasta la muerte al desencanto.
Así es como se aprende a gestionar el apego.

Y si consigues ver pétalos en risa y llanto;
Cabalgar el espíritu se convierte en un juego,
en el que las voluntades se cubren de amianto.




Ilustración: El Santuario de Mi (2002) Marino Muñoz

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