domingo, 18 de abril de 2010

MI DIOS ODIOSA; LA LAVADORA


Esta caótica sucesión de emociones y pensamientos exactos, marcados por la justa melancolía que llueve en la resaca, ha hecho sangre de un momento en el que al parecer da igual existir o no hacerlo. No hay más razón que la de los múltiples excesos cometidos en la víspera de hoy, ni mas cordura que la que dictamina el espejo ahora mismo, reflejando en la piel y la mirada el caos molecular del instante.

Cuando el frío lo apaga todo y la carencia brota y crece como una enredadera oscura de raíces viscosas; la Soledad susurra obscenidades al esquizofrénico poliedro del ánimo. Se comporta como una zorra lista que juega al Poker con sus clientes, arrancando la plenitud de sus besos en apuestas de anhelos perversos, de sueños de carne sudando entre los dedos.

No es amar, no. No es amar; caminar entre faroles de ilusión tintados de todo aquello que quisimos ser, ¡¡NO!!, no es amar, no lo es... Amar es hacer una ruta a través de los siete océanos de sábanas que cubren el tiempo y abrazan nuestros cuatro continentes; Terruños de dolor, pena, gloria y euforia. Amar es navegar con proa afilada de concupiscentes deseos, cortando la niebla que nos amodorra; Abordando los barcos de la apatía para izar en sus mástiles nuestras banderas piratas , donde la lavadora y una calavera se fusionan como alegoría del pseudo-cosmos que nos caracteriza.

Ilustración: La Diosa Odiosa (1999) Marino Muñoz

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